Los judíos, al regresar de Babilonia, comprobaron que todo estaba destruido y que necesitaban levantarlo apoyados en normas pero, como no las tenían, Esdras les leyó el Libro de la Ley explicándoles el contenido, ellos aceptaron y lo proclamaron como la “Santa Ley de Dios” que los guiaría.
Hoy, los cristianos también vivimos esclavizados porque las debilidades de los tiempos nos atan, alejan de Dios y nos toca levantarnos. Ellos lo hicieron partiendo de cero pero nosotros no pues tenemos en la Biblia las enseñanzas de Jesús… ¿Las conocemos y practicamos?
Poco porque hemos recibido una enseñanza sustentada en tradiciones pero no en la lectura explicada de la BIBLIA y en la solución de los problemas de la comunidad.
Jesús, en Nazaret, vivió y se educó como un miembro más de una familia creyente que estaba insertada en un entorno en el que se ayudaban, lloraban y divertían juntos… Esta enseñanza era posible porque en aquellas FAMILIAS se respetaba a los mayores y aprendían de ellos y del entorno porque todo era sencillo. Cuando Jesús comenzó a evangelizar les puso ejemplos con las experiencias aprendidas en esos años de vida silenciosa.
Lucas comunica que dio prioridad a los problemas de los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos y que se manifestó como el ungido… ¿Coinciden nuestras preocupaciones con las suyas? ¿Tratamos correctamente los problemas ajenos?
Creo que no valoramos acertadamente que haya personas que arriesguen su vida para encontrar en otros países un puesto de trabajo que les haga vivir con dignidad a ellos y sus familias. Si las personas del lugar no les dan una acogida favorable es porque aún no tienen asimiladas las palabras con las que Jesús marcaba sus prioridades.
Pablo nos enseña qué debemos hacer con una comparativa entre el cuerpo humano, un conjunto de órganos diferentes que contribuyen a su funcionamiento, y la Iglesia, grupo de personas que deben actuar unidas a Jesús al ser hijos del mismo Padre.
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